martes, noviembre 27

Algarabía por la vida




Venía de Cuernavaca hacia el Distrito Federal. Era un domingo por la tarde, posterior a la hora de comida fue que realicé el viaje, un servidor come cuando muy tarde a las tres, así que sin recordar exactamente la hora puedo proponer un tiempo cercano a las 5 p.m., hace ya más de dos años.

Mi vida estaba por cambiar dentro de pocos instantes y yo no lo sabía. Algo nuevo llegaría y hasta la fecha me acompaña, un deleite muy especial que ahora recomiendo....pero, sigamos con la historia...
Poco antes de llegar a la caseta ví el espectacular, y recordé sólo tres palabras: revista, algarabía, sanborns. Al llegar, y dejar a los acompañantes en turno de aquella aventura de fin de semana, me dirigí a cenar y averiguar sobre la revista que ví anunciada en carretera y que me pareció salía de los estándares de revistas que se anuncian en espectaculares.

Mi expectativa fue superada al encontrarme con una publicación única en su género, distinta, atrevida en la propuesta, diferente en todo lo que sea posible comparar con otra que intente asemejarse. Algarabía significa para mi la oportunidad de un viaje relajante y pleno de sabiduría que me permite encauzar lo cotidiano y encontrar en ello lo grande de mi vida.

Desde entonces, al principio cada dos meses, y ahora gracias a geniales editores, cada mes, me sumerjo en sus páginas adentrándome en lo complejo de lo simple, en lo pleno de lo concreto y en lo fascinante de la propuesta de algo que debe recomendarse, cantarse y gritarse a los cuatro vientos: ¡tengo algarabía para vivir! (ahora mismo tengo entre mis manos, cuando los dedos descansan de escribir, el número de este mes).

¡Para quienes no la conocen, visiten algarabía en la red y cómprenla en su tiendita más cercana!

viernes, noviembre 23

Una persona digna de presentar


La primera vez que escuché hablar de Alejandro Llano Cifuentes fue por boca mi admirado profesor Alfonso Muñoz, con quien tengo una deuda incalculable por la enorme cantidad de autores con quienes me hizo entrar en contacto. Fue una presentación peculiar. Alfonso me llamó a su oficina, comentamos algunas cosas de la licenciatura y de pronto me entregó un libro, cuando me dí cuenta realmente me lo vendío, y me pidió mis comentarios.

"El Diablo es conservador", fue la primera recopilación de ensayos con los que conocí al profesor madrileño. La lectura no tuvo el más mínimo punto muerto, pues fue para mí un delicioso conglomerado de ideas que aterrizaron en mi mente al instante. El libro motivó en mi la idea de trabajar profesionalmente por materializar las ideas del autor en el campo de mi acción, en aquél tiempo estudiantil y poco después, laboralmente en la trinchera del DIF Nacional.

Recuerdo también que tuve oportunidad, en clase, de comentar con Rodrigo Iván Cortés, otro de mis mejores profesores universitarios, respecto las propuestas del texto y del autor. Tuvimos incluso que abordarlo en la materia, revisando el concepto de la nueva sensibilidad y fue una grata experiencia pues tenía ya un conocimiento previo de lo que en aquél entonces revisaríamos.

Seguí releyendo al profesor Llano en forma constante, gracias a él apoyé un ensayo que me solicitaron para entrar al DIF; utilizamos en aquél tiempo, dentro de la Coordinación de Asesores, las ideas expuestas en el libro para apoyar más de un discurso para la directora de la institución. Fue una grandiosa experiencia el acompañar las ideas de un pensador y tratar de aterrizarlas en la vida práctica. A algunos les daba pena citar el nombre del libro, por considerarlo religioso, y yo, secretamente, disfrutaba siempre poniendo en los textos la nota fiel al autor y su obra aunque en las revisiones del discurso me la borraran.

Intenté que el DIF invitara al profesor Llano a exponer la nueva sensibilidad relacionada al ámbito de la familia en los diferentes congresos que organizamos, pero nunca tuve éxito; no logré convencer de cómo su presencia revestiría el evento y nos permitiría obtener bases sólidadas para los proyectos emprendidos a favorecer al núcleo social.

Tiempo después tuve la extraordinaria oportunidad de escuchar en forma presencial una conferencia que Llano impartió en la universidad panamerica, donde su hermano Carlos es ampliamente conocido. La lucidez del pensamiento realmente me impactó y me dio la impresión de lo más importante que puede llevar a cabo un filósofo: congruencia. Su convencimiento de la importancia de la persona humana mueve su trato y contacto con las personas reales.

Con el correr del tiempo pude conseguir Humanismo Cívico, texto de mayor rigor argumentativo y que centra la propuesta política del autor respecto la filosofía práctica, aunque es anterior cronológicamente al primer texto conocido por mí. Este nuevo texto ha impulsado mucho de mi trayectoria profesional en el convencimiento de la acción social y política de una persona que trate de poner sus ideas al servicio de los demás. Tengo en lo personal para con este autor un cariño y un respeto muy especial y por ello quiero presentarlo a quienes lean este blog.

Así como Alfonso me hizo conocer a un nuevo autor, el profesor Llano me ha hecho entrar en contacto con otros pensadores de gran realce, destaco a Claudio Magris y a Robert Spaemann. Pero también, recuerdo con emoción, que durante su conferencia en la U. Panamericana citó, de alguna manera reinvidicando frente a la visión cinematográfica, a Iris Murdoch de quien actualmente leo La soberanía del bien, obra de la que en breve espero poner algún comentario pues me ha hecho reflexionar en forma apasionante.

Para quienes deseen conocer un poco más de Alejandro Llano Cifuentes, aquí está la liga a la universidad de Navarra donde podrán ver una nota bibliográfica y un recuento de artículos y conferencias: http://www.unav.es/filosofia/allano/

Los textos de los cuales escuétamente he hablado son:

LLANO, A., El diablo es conservador; Pamplona, EUNSA, 2001.
LLANO, A., Humanismo cívico; Barcelona, Ariel, 1999.

Pueden consultarse algunos artículos del autor en: http://www.interrogantes.net/Alejandro-Llano/

miércoles, noviembre 21

La tristeza que se escurre por las calles

Siempre que puedo caminar por el D.F. o por lo menos deambular por algunos instantes en algunas de sus calles, así como cuando utilizo el transporte público, un dejo de melancolía suele invadirme.

Con pesar me doy cuenta que la gente que me rodea posee un rostro encajado en pensamientos y, seguramente, más de una preocupación. Me doy cuenta entonces que el ritmo de la vida moderna en esta ciudad nos imprime no sólo velocidad sino vacío, mismo que refleja la posible ausencia de sentido en el rostro de los habitantes.

¿Es este el rostro que yo también proyecto a los demás? Si es así, creo que es hora de modificarlo. Y transformando el rostro desencajado encontraría una manera anónima de contribuir en proporcionar una mirada más amable, un rostro más esperanzador. Tengo muchos motivos para tener en mi rostro una sonrisa, y creo que la visión positiva del presente y del futuro es urgente de reforzar a cualquier hora y momento.

martes, noviembre 20

Las incontinencias de lo absurdo


Sobre el ataque de partidarios políticos lopezobradoristas a la catedral metropolitana sólo puede decirse una cosa:

Es imposible exigir y ganar respeto a punta de palos, gritos, agresiones y daños en propiedad ajena. Exigir respeto es probable, pero el respeto se gana sobre cualquier otra actitud humana con paciencia, tiempo y esfuerzo. Es factible respetar a quién demuestra responsabilidad sobre su persona y a quien es capaz de respetar a quienes exige el respeto.

Sirva este ejemplo para decir que en México, país predominantemente católico, la libertad religiosa es aún un anhelo. Y es cierto, llevamos poco tiempo con reglamentación a las modificaciones constitucionales del artículo 130. Se puede ser de todo en este país, a excepción de católico practicante frente a mentalidades retrógradas y oscurecidas por un fanatismo que ni las sotanas provocan. Y ya con eso he dicho lo políticamente incorrecto.

El colmo de la ironía: ¡ahora resulta que los culpables son los templos por tener misas como siempre las han tenido y las campanas por tocarse como siempre se han tocado!.

miércoles, noviembre 14

Sobre la posibilidad de la escritura

Recuerdo con cierta vaguedad el primer día en que escuche hablar del "Libro Vacío" de Josefina Vicens. Estábamos en aquél tiempo los inseparables del DIF Nacional en el sexenio anterior y comentábamos sobre lecturas poco frecuentadas y sumamente interesantes a mi arribo a la oficina.

No sin conocimiento previo, Marco se pronunció anunciando que de este texto pretendía elaborar su tesis para licenciatura y creo que ahí nació mi interés por revisar dicha obra qué, según me dijeron en aquél entonces el propio Marco y Paty, sería difícil de encontrar.

No entendía como podía efectuarse una tesis sobre un obra de literatura, en aquél tiempo comprendía pocas cosas y después de sopesarlo un poco pensé que considerando bien el punto no era algo fuera de este mundo y qué, seguramente, en una carrera como la de Marco, quién se dedicó universitariamente a las letras, sería de lo más común.

Mucho tiempo después Paty me consiguió fotocopias de unas copias originales del libro que fue reimpreso por última vez, en aquél entonces cuando estas palabras eran sucesos y no recuerdos, en 1982.

Lo leí rápidamente una vez, no lo comprendí. Me enfade. Volvía a leerlo con mayor calma y me encanté en gran forma con la historia pero, sobre todo, con la manera en que ésta se presentaba a mis ojos. Un ir y venir en el tiempo y en la posibilidad de lo que sucede cuando se reflexiona sobre lo que en determinado momento se está considerando.

Me ví retratado como el escritor que desea escribir pero no encuentra motivo digno de rescatarse en su vida cotidiana que siendo, en gran medida apasionante por la sombra de un libro que nunca se escribe, se pierde en la futilidad del tiempo.

¿Algo así, a manera de reflejo, serán las entradas de blogs que son redactadas pero nunca ven a su autor teclear la orden "publicar"?