jueves, junio 5

"Cuando el poeta es un peregrino y de mucho nos sirve escribirlo"


La historia humana está plagada de viajes y esta plaga se contagia y llega al compendio de la vida misma que es para muchos de nosotros la literatura. Desde la Odisea hasta el viaje de ida y vuelta de Bilbo, y superando a estos con lo que haya por venir, toda travesía es sinómino de la existencia, de nuestro tiempo, de un tiempo determinado, acotado, de un alfa y omega, de la vida misma que va, se nos va, desde un punto y viene hacia otro.
No es Magris el primer autor en hacer de un viaje literatura, pero si es el primero en conformar toda una literatura en torno a la travesía. Quizá El Danubio sea el más logrado de sus intentos por llevarnos en un viaje de constantes retornos y grandes horizontes, que nos permiten comprender a profundidad la cultura humana. El viaje es observación, es análisis, es juicio, es sentimiento, es pensamiento y es, a fin de cuentas, un rubro que nos permite reunir las más dispersas y contradictorias facetas del ser humano; en esta realidad todos podemos encontrarnos pues, como dice Machado, tenemos como vocación el peregrinaje pues lo verdaderamente nuestro es pasar.
A través de una articulación de experiencias y realidades comenzada en La Mancha Magris inicia, como un hidalgo en pos del anhelo profundo de la felicidad, un recorrido que pisando varias partes del orbe termina en Australia (donde según se vea, o se quiera ver, inicia o termina nuestro mundo).
El infinito viajar, siguiendo la tradición del Danubio, implica un recorrido de más de 20 años por los cuales atravesamos en minutos y horas de deliciosa lectura las latitudes, las fronteras, los límites y los abismos infranqueables de la negativa humana pero también recorremos los mares profundos de su más libertaria decisión.
En este viaje su ancha cultura y sabiduría se derrocha presentandonos pueblos desconocidos, lenguajes perdidos, episodios ignorados, sucesos poco valorados, detalles magníficos. Detalles. Otra constante de Magris, nimiedades que crecen ante nuestros ojos abarcando toda nuestra atención y completando cada palabra, cada oración y cada idea por él expresada.
Mis favoritos en la compilación son:
- El bibliófago
- El primer vuelo de don Serafín
- Los castillos en el aire de Ludwig
- Autómatas musicales en Zagreb
- La tragedia y la pesadilla
- Un hipopótamo en Lund
Para despedirme en esta ocasión me permito arrancarle unas palabras al texto y presentárselas a quien esto interese:
"Hay lugares que fascinan porque parecen radicalmente diferentes y otros que encantan porque, ya la primera vez, resultan familiares, casi un lugar natal. Conocer es a menudo, platónicamente, reconocer, es el brote de algo acaso ignorado hasta ese momento pero asumido como propio. Para ver un lugar es preciso volver a verlo. Lo conocido y lo familiar, continuamente redescubiertos y enriquecidos, son la premisa del encuentro, la seducción, la aventura; la vigésima o centésima vez que se habla con un amigo o se hace el amor con una persona amada son infinitamente más intensas que la primera. Esto vale también para los lugares; el viaje más fascinador es un regreso, una odisea, y los lugares del recorrido acostumbrado, los microcosmos cotidianos atravesados durante años y años, son un desafío ulisiano."¿Por qué cabalgaís por estas tierras?", pregunta el alférez de la famosa balada de Rilke al marqués que avanza a su lado. "Para regresar", responde el segundo".
MAGRIS, Claudio., El Infinito Viajar., Panorama de Narrativas., Ed. Anagrama., Trad. Pilar García Colmenarejo., Barcelona, España., 2008. ISBN: 978-84-339-7473-0.

1 comentario:

  1. Héctor, se lee super interesante el libro, se lo voy a recomendar a Tric pa´ que lo lea durante sus andanzas viajeras.

    Saludos y gracias por las buenas recomendaciones.

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Lo mío ya fue, ¿tú qué dices?