miércoles, julio 30

Al tiempo


Recuerdo con cierta emoción la claridad y certeza que su voz solía transmitir; la primera vez que le escuché fue elevando con su mejor instrumento un poema de Renato Leduc. Y a partir de ahí quise saber a quién pertenecia la tonalidad que se brindaba a cada palabra y fue que supe que aquella voz grave y sumamente envolvente pertenecía a Alejandro Aura, el poeta urbano por excelencia.
En alguna ocasión, cuando visité el Zócalo, ante la visita de Pablo Milanés pude verle en vivo presentando, según él, la cultura musical que una ciudad como el DF ofrecería a sus habitantes a lo largo del sexenio de Cárdenas. Muchos criticaron y aún lo hacen los espectáculos en el zócalo, creo que en cierta forma quien puso su creatividad en ello fue este hombre que hoy, después de 3 años de pelea, ha muerto en Madrid.
Si bien es cierto que es discutible la utilidad política de los eventos en la plancha principal del país debo decir que con Aura los eventos celebrados en la plaza mayor tenía un relieve que hoy no pueden alcanzar; aunque no separan diversas posturas políticas e ideológica he sentido su fallecimiento.
En cuanto me sea posible brindaré en el "Hijo del Cuervo", su rincón y contribución al coyoacán cultural y favorecedor del pensamiento mexicano, con una buena jarra de cerveza. ¡Descanse en Paz!.
Visita su blog AQUI.

viernes, julio 25

Han pasado 40 años


En estos días recién transcurridos se celebran 40 años de la publicación de uno de los textos más controvertidos del Magisterio de la Iglesia, la encíclica Humanae Vitae, sobre la vida humana, escrita por S.S. Paulo VI y publicada en 1968.



El documento, que ha generado y sigue generando, no sólo polémicas sino verdaderos rencores en sus detractores es por muchos desconocido, y es comprendido por pocos que han analizado y estudiado los principios que en la encíclica se articulan en torno la defensa, la promoción y la adecuada visión integral sobre lo que la vida humana, su espera y llegada, representa en el plan salvífico de Dios.



¿Ya lo conoces?, ¿la has leído?, ¿qué opinas?



Consulta aquí la encíclica por si deseas conocerla.

miércoles, julio 23

Lluvias y más lluvias, noticias iguales...

Hemos sufrido, y seguiremos sufriendo, los cambios ambientales que nuestra propia huella ecológica ha provocado en los años recientes. Al prender la tele y sintonizar cualquier noticiero nos encontramos los fenómenos metereológicos que impactan a nuestra nación, por ambos flancos océanicos (pareciera que se turnarán semana a semana...ésta el pacífico, la otra el golfo, y así sucesiva y viceversa). Sin olvidarnos que también el agua cae y el viento sopla en latitudes diversas a las nuestras.
La cobertura que hacen los medios televisos de los daños, los damnificados, es impresionante...la primera vez que la vez...pero después de más de 7 días de lo mismo uno como televidente puede llegar a pensar, en un periodo donde la política interesa cada vez menos con los debates petroleros que han terminado por aburrirnos, por consultas inducidas e innecesarias, y por la cantidad de temas intrascendentes, que los noticieros no tienen nada más que ofrecernos: que si fulanito publica un libro, que si sutanito lo reta, que si mengano opina diverso, etc., etc., y etc.
No por ello se reniega de los estragos que viven muchos de nuestros compatriotas ante los cambios climáticos que nos azotan, pero ya agota el amarillismo, el ver y constatar cada afectado por reporteros que buscan "movernos el corazón". Creo que el mercadeo de las desgracias naturales es una prueba más del autoritarismo y cerrazón de los medios informativos...siguiendo a Robert Lee Frost puedo decir que:
La mitad del mundo tiene algo que decir, pero no puede; la otra mitad no tiene
nada que decir, pero no calla

viernes, julio 11

La fuerza de un colibrí


Por medio de mi amiga, entrañable y admirada, Paty Anaya fué como llegó a mis manos una novela que dificilmente hubiera encontrado por mis propios medios. Ya son varias las deudas que tengo para con ella por darme a conocer libros, autores, ensayos, artículos, música, películas y demás sueños materializados en la más amplia expresión de la esencia del ser humano. Sirvan estas palabras para saldar un poco, sólo un tanto, la deuda adquirida por innumerables descubrimientos y presentaciones. ¡De corazón, gracias!, especialmente por esta maravillosa obra.
"La hija de la chuparrosa", de Luis Alberto Urrea, es un texto merecedor de más conocedores y admiradores en nuestro país. Su publicación original en inglés, como puede verse en la imagen, probablemente ha hecho que este mexicano nacido en tijuana, de padre mexicano y madre americana, sea desconocido para muchos de nosotros. Actualmente radica en Chicago y tiene una obra considerable, ha sido incluso finalista del premio Pullitzer, por la que se suma a la ola de connacionales que alcanzan reconocimiento por su habilidad creativa en todo el mundo (no sólo en el cine tenemos grandes realizadores de historias).
En este libro el autor nos presenta, mediante una adecuada y exacta traducción, la contidianeidad del México porfirista y dentro de ella la revolución profunda que causaba cualquier suceso que ocurría debajo de los bigotes del héroe del 2 de abril sin conocimiento inicial de éste. Lo que supera la "normalidad" en la cadencia del régimen del oaxaqueño era la supremación de lo diverso, de lo raro, de lo diferente, de lo incomprensible. No sólo se fragúo la revolución el 20 de noviembre de 1910, sino que en dicha fecha se culminó el proceso histórico de un régimen que había agotado sus posibilidades de subsistencia.
El nombre de Cabora, como punto geográfico, estaba almacenado en mi memoria como se tiene un folder vacío dentro de un archivero. Había registro sin expediente. No recuerdo dónde y en qué forma le había escuchado. Sin embargo en mi mente, que ya empieza a traicionarme, creo recordar, no sé hasta que punto influenciado por la novela, alguna asociación entre este sitio y los rituales de magia prehispánica, de hechicería incluso, sin que me cause rubor, de herejía.
La lectura de la novela me ha permitido completar con algunos datos el folder vacío, mismos que he buscado completar con otra información, a través de una prosa fluída, atrapante, y un estilo narrativo que te familiariza al momento cn la historia, con esa versión y visión de la historia.
Me he encontrado además con una región nacional poco explorada por mi. El norte vino de nuevo a mí al recorrer en cada página Sinaloa y Sonora, lugares que he visitado fugazmente; pero también me ví frente a otras piezas del rompecabezas de nuestra historia nacional y, aunque el texto no es encuadrable plenamente en el género de novela histórica por varias razones, la historia hecha ficción es al tiempo otra referencia complementaria del registro humano y sus significados.
Con esta historia nos encontramos un dato fundamental, entramos a un mundo nuevo y diferente, un mundo de óptica distinta pero en alguna forma semejante a la nuestra. Vemos la vida a través de los ojos de Teresita Urrea, "la santa de Cabora" que se nos devela mediante la pluma de un descendiente lejano. La experiencia de vida de este personaje, y sí cabe especificar su experiencia personal, familiar, religiosa, espiritual y política, se conjuga hábilmente por el transcurso de la narración. En Teresita y quienes le rodean podemos hallar como lectores dudas y preguntas que no nos son ajenas sobre temas tan cercanos como: la vida, la muerte, el amor, la familia, la nación, el alma, el cuerpo, Dios, el destino. Dudas y preguntas que aún hoy, en los inicios del siglo XXI, muy alejados del ocaso de 1800 siguen sin respuesta tajante, siguen inquietándonos.
Este es un viaje en el tiempo, es la lectura como uno de los sueños que describe Teresa en el libro pues de su mano emprendemos el vuelo, como en su momento La Fina y La Gaby, y nos rodeamos de chamanes, vaqueros, parteras, soldados, hacendados, rurales, yaquis, mayos, mexicanos todos de un tiempo y lugar determinado que acaba por retratarnos, por evidenciar nuestras debililidades y engrandecer nuestras cualidades.
Para a quien esto interese:
  • URREA, Luis Alberto., La hija de la chuparrosa., Es. Litle, Brown and Company. Hachette Book Group USA., New York., Trad. Enrique Hubbard Urrea., 1a Ed. Español., 2006., P.501. ISBN 10: 0-316-01434-6 / ISBN 13: 978-0-316-01434-2.
  • Web site del Autor Luis Alberto Urrea.

martes, julio 8

La claridad en los argumentos

Tal vez sea uno de los hombres más polémicos de los últimos tiempos en nuestro país. Su firmeza no le acarrea buenos comentarios la mayoría de las veces; su convicción, reflejando la nuestra, muchas ocasiones es ridiculizada por los medios de comunicación y por la "opinión pública" (aunque todavía no puedo entender bien a bien qué es eso de "opinión pública", ¿alguien me explica?). Su decisión causa ámpula en visiones que acusan al "fundamentalismo" siendo ellas mismas la prueba de la falta de tolerancia. Hay algo que no pueden reprocharle, su congruencia.

Sin embargo, aunque esta presentación me traiga probablemente comentarios en contra por hacer una especie de defensa pública, creo que como persona es un hombre intachable, y como funcionario público fue respetuoso de la esfera pública y la esfera privada. He tenido la oportunidad, la dicha si se desea ver así, de escucharle en vivo en algunas ocasiones. No es sólo un personaje entero, sino que es un gran orador y pone al servicio de la Verdad sus capacidades.
"La vida", como él alguna vez lo dijo, señalando al Cielo con el dedo índice (y mostrando una clara referencia al Creador ante los medios amarillistas sin que éstos obtúsos se percataran) habrá de retribuirle cada una de sus luchas, de sus victorias, de sus derrotas, de sus alegrías y de sus tristezas.

Revisa aquí la comparecencia en su defensa de la vida de Carlos María Abascal Carranza ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

jueves, julio 3

El encuentro de dos amigos


Como una muestra de los extraordinarios proveedores de libros que tengo, y que cada año como muchos otros atrás, al acercase un día para festejarse, no dejan de obsequiarme su cariño y apoyo mediante el gesto de darme libros, es que pude encontrarme con una publicación sencilla pero contundente.
En esta breve obra de no más de 150 páginas se recogen escritos del Cardenal Prefecto de la Fe dedicados, como homenaje, a S.S. Juan Pablo II; y, además, las principales referencias que el ahora Papa, Benedicto XVI, hace en memoria de quien fuera el sucesor de Pedro antes que él.
Con el particular estilo que le caracteriza el Card. Ratzinger efectúa una valoración del significado del pontificado de Wojtyla; nos presenta una esquematización muy asequible a todo lector sobre las 14 encíclicas del papado anterior y, presenta también, el Tríptico Romano sobre las tablas poéticas de la meditación de Juan Pablo II ante los frescos de la Capilla Sixtina.
Dejando de lado el pronunciamiento como Prefecto de la Fe es posible reconocer en Raztinger una profunda y sincera admiración por quien en aquél tiempo llevaba puestas las sandalias del pescador. A través de los viajes emprendidos juntos, las publicaciones, los diálogos, los compartires, el significado para ellos de la Iglesia y la Salvación, una gran amistad fue forjándose con el paso de los días. La unión entre estos dos hombres queda expuesta llanamente a los ojos del lector, la amistad y el amor cristiano queda demostrada en cada una de las palabras articuladas en el texto.
Es impactante el último escrito en el cuál, públicamente, Ratzinger como parte de la homilía por las exequias del amado papa se refiere a él. Después inició el Cónclave del cual saldría electo., y todo sus pronunciamientos son en calidad de la Dignidad que ostenta. En aquella Eucaristía al término de su mensaje, el entonces Cardenal Decano del Colegio Cardenalicio, declara como cierre una frase que aún muchos llevamos en el corazón:
Ninguno de nosotros podrá olvidar cómo, en el último domingo de Pascua de su vida, el Santo Padre, marcado por el sufrimiento, se asomó una vez más a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano y dio la bendición urbi et orbi por última vez. Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la casa del Padre, nos ve y nos bendice. Sí, bendícenos, Santo Padre. Confiamos tu querida alma a la Madre de Dios, tu Madre, que te ha guiado cada día y te guiará ahora a la gloria eterna de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. Amén.
Ya como Papa, Benedicto XVI expresa, y con él la Iglesia entera, que los hombres de nuestro tiempo tenemos para con Dios una gran deuda por el inmenso regalo de un pontífice como Juan Pablo II. Este Papa Alemán hace de su pertenencia los pasos, las ideas y los planteamientos del Papa Polaco, incluso peregrina en su patria para perpetuar el legado de un hombre con su pueblo: "Permaneced fieles en la fe".
El encuentro de dos amigos como éstos se dio en esta vida y nosotros hemos sido testigos de ello. Sabemos que a la posteridad Dios volverá a reunirlos en la Vida Eterna, que de Él proviene. Pidamos a Nuestro Padre ser también testigos de ese encuentro en la plenitud de la Gracia.

miércoles, julio 2

8 años después...


Recuerdo que hoy hace años la emoción se desbordó, el anhelo de algo mejor inició a tomar fuerza (aún no se concreta del todo), y millones salimos a las calles con la esperanza de que pudieramos tener un panorama mejor y más alentador. La realidad social exigía un cambio de color, y no porque menospreciemos el verde, blanco y rojo de nuestra bandera sino porque queríamos desligar esas admiradas tonalidades a la corrupción más funesta que llevó a más de 70 años de ladrones y bandidos.
El cambio muchos lo consideran negativo por los errores en la administración de Fox. Yo considero que su triunfo fue el logro de la que debimos entender como su única promesa: "sacar al PRI de los Pinos".
Lo cierto es que la esperanza fue utilizada como objeto de venta; la confianza de los mexicanos que por él votaron fue traicionada en más de un sentido y la ineficacia se convirtió en un sello distintivo. En un clima como el descrito brevemente Jorge Volpi sentenció, a mi parecer con toda la razón del mundo:
Cambiamos de partido en el poder, no de maneras: sin darse cuenta, los nuevos
funcionarios se obstinan en ser desoladoramente priistas.
La administración se desdibujó, el liderazgo se diluyó. Por un lado esto me parecio bueno, era momento de que los mexicanos dejaramos de pensar en caudillos (Fox, tal vez, tuvo su mayor pecado en querer seguir siendo, a su manera y sentido, un caudillo más en la historia nacional), era momento de ver que tan consolidadas estaban nuestras afamadas instituciones (hoy sabemos que no tanto). De alguna manera Porfirio Díaz, desde su tumba en Francia, parece decirnos "Se los dije, los mexicanos no están listos para la democracia". Fox es una figura que nos recuerda y por mucho a Francisco I. Madero, la ventaja es que no hemos tenido un Victoriano Huerta (aunque el peje se esmere en llegarle a los talones).
Sin embargo la ausencia de capitán en el barco fue notoria en la recta final del sexenio del cambio. Nuevamente se comprueba que el camino al infierno está plagado de buenas intenciones. Y es que la mayor virtud de Fox también, en forma paradójica, fue su mayor debilidad: ¡es un buen hombre!, y a veces los buenos hombres no coinciden con el esquema maquiavélico de la política, y menos de la política mexicana que tanto asco provoca a propios y a extraños.
8 años después el panorama sigue siendo incierto. Llevamos 2 años de otro gobierno panista, y creo que a este partido se le está acabando el tiempo para demostrar de qué cuero salen más correas. Se vislumbra, a mi pesar y con el dolor de saber que 8 años no serán la diferencia, el retorno de nuestra versión mexicana de Saurón.
¿Habrá por ahí algún hobbit que esté en disposición de hacerle frente no buscando el poder sino renunciando a él?; y cuando este hobbit dude ¿habrá un amigo leal que le apoye?.