martes, julio 20

Caminando por el camino




Lo más probable es que este texto me ha impactado profundamente porque resume en buena parte la etapa de vida que he iniciado hace algunos años. La preocupación y el temor sobre la posibilidad de que una catástrofe ocurra no es el primordial interés de mi alerta, lo verdaderamente atemorizante es que la catástrofe ponga a los míos en peligro. ¿Hasta donde se llevaría la propia vida en función de mantener la vida de quienes se ama? Ese es el verdadero límite que la paternidad y el matrimonio para mí reviste. Es ese acto de dejarse en función de no dejar a otros, a esos otros que son tan míos como lo son quienes en la historia portan el fuego y, sin saberlo, salvaguardan la humanidad después de su aparente destrucción.

No pretendo hacer una reseña del libro, simplemente lo recomiendo a aquellos lectores que gustan de encontrar significado en las letras que se devoran con los ojos. Creo que todo lector puede encontrar un punto común con su vida, pero tal vez, en forma especial habría que sugerirlo para quienes ya son padres y para quienes lo serán; probablemente, alguien ajeno a esta realidad profunda de la vida no le encuentre un sentido tan arraigado en los propios temores e incertidumbres que significan los hechos tangibles de traducir el mundo y proteger de sus peligros a quienes nos han sido encomendados. 

Paternidad significa , por lo menos para mí, la posibilidad de comunicar a los hijos la realidad del mundo en las palabras en que pueda comprenderse de la mejor forma. Dar nombre a las cosas nos asemeja al primer padre en la tradición judeo cristiana. Adán nombró a los habitantes del edén, y de modo similar los padres respondemos a las dudas de los hijos definiendo, clasificando, decodificando, simplificando, y en ello muchas veces perdiéndonos en nuestras propias complejidadades. Paternidad como traducción que también incluso alcanza a proteger, probablemente no de todos los peligros, pero sí, de uno grande: la inseguridad. Ser papá es ser la roca detrás de la cual los hijos pueden resguardarse, es brindarles un punto de equilibrio desde el cual puedan reconocerse y aprender a caminar por su propia cuenta. Como roca uno debe ser inamovible, la firmeza debe traducirse, nuevamente ese medio de aprendizaje que podemos ser, ante todo desafío en un hábitat que brinde identidad, pertenencia, que sea el origen pero no el término de la persona en crecimiento. Tener claridad respecto nuestro surgimiento en el mundo no es un tema menor, y una vez resuelto este tópico muchos otros pueden asimilarse.

"La carretera" de Cormac McCarthy ha sido un libro que me ha envuelto desde que leí una reseña sobre la película hace pocos meses presentada en cines; busqué, como regularmente procuro, primero encontrarme con las letras y poder crear mis propias imagenes para llegar con un planteamiento  propio al momento de conocer la interpretación cinematográfica de otras personas.

Caminando por una carretera desierta, en medio de la nada y llenos de la devastación absoluta, dos seres humanos vagan por el fin del mundo conocido. Llevan consigo todo el miedo y el valor del que somos receptáculos los hombres; encarnan en sí mismos, no sólo el desafío extremo sino esa condenada virtud que nos aferra a la vida tenazmente. Son poseedores de la Esperanza,  de la posibilidad de transformarse. No se busca la reconstrucción de lo que antes se era, sino de la conquista de lo que se es para ser regenerados en algo nuevo. Ser como antes asemeja a la destrucción que no cesa y que, seguramente volverá; ser distintos de lo que se era, y evitar la tentación de la vorágine del hambre y la desolación es la puerta del sacrificio de uno mismo. El Padre que da la vida por sus hijos, San José reloaded en modelo americano y resistiendo el malestar en la cultura parece que nos recuerda la prosa.

Para a quien esto interese:
McCARTHY, Cormac., La carretera., Ed. Debolsillo, Random House Mondadori, ISBN 978-8483468685.

Sobre la obra, algunas reseñas:
http://www.ojosdepapel.com/Index.aspx?article=2708

http://www.letraslibres.com/index.php?art=12686, sobre la película.

sábado, julio 17

18 Meses


 Siempre me han dicho que el tiempo es relativo. Hay a quienes un puñado de meses les parecen un instante y hay quienes pueden asemejarles una verdadera eternidad. Hoy me sucede algo similar. Por un lado, el tiempo que ha transcurrido desde aquella fría tarde de enero puede clasificarse como "poco", a duras penas es un suspiro; pero, desde otras perspectiva, hemos vivido tanto en tan poco que por instantes toco momentos de eternidad. Pues profunda es tu sonrisa, profunda es tu belleza y grandiosa es tu alma que se me entrega a cada instante con el nuevo día de cada jornada. 18 meses juntos, un año y medio de compartir el pan, la sal, la alegría, la tristeza, el orgullo de los hijos, las frustraciones de la paternidad y la maternidad. Este tiempo, que es poco, pero al mismo tiempo es mucho en profundidad, es apenas el principio de todo lo que aún espera a revelarse en nuestras vidas. ¡Te amo intensamente y agradezco todo lo que generosamente me brindas!

martes, julio 6

29, ¿en martes?

El martes nunca ha sido mi día favorito, siempre he pensado que es un día prescindible en la semana. De todas las jornadas es la que me parece la más tediosa, la más aburrida. Si bien el Martes de Chesterton era simpático, aunque no tanto como el jueves desde luego, los martes de Sampieri no tienen mucho de especial. 

Para mi grinches (dícese de la negatividad con patas), este año me tocó cumplir en martes. Se me presentaba por la mañana como un martes como cualquier otro, es decír pésimo día; para mí gran sorpresa recibir tantos y tantos mensajes de grandes amigos, amigas y conocidos, me ha levantado el ánimo como yo mismo jamás pensé que tan bien podría sentirme en martes. ¡Y ha sido plenamente satisfactorio!. Agradezco a todas y todos públicamente sus grandes detalles al tenerme presente y recordar mi cumpleaños. Han hecho, con el esfuerzo y dedicación de todos, tal vez sin saberlo, que el martes, este martes aborrecible sea histórico y menos atemorizante. Siempre será el martes agradable en que cumplí 29 años rodeado de buenos deseos y bendiciones y que me olvidé un poco de mi negatividad irracional ante un día de la semana que debería ser como cualquier otro, una ventana de oportunidad. 

Es harto probable, por que así se la juega el destino, que vea mi fin en un martes, espero en Dios que dentro de muchos días más. Llámenle paradoja, pero por lo mientras espero que los martes tengan, a partir de ahora, un nuevo rostro por el agradable recuerdo producido por el calor de la amistad y la camaradería.  

¡De corazón gracias por brindarme su tiempo, amistad, buenos deseos, e intenciones!